Después de asistir al Foro Mundial de Ciudades por los Derechos Humanos de 2017, nuestro Secretariado visitó Seúl para reunirse con organismos del municipio y entidades de base que trabajan para defender los derechos humanos y el derecho a la ciudad. En esta ocasión, y de la mano de la organización colaboradora “Global Social Economy Forum – GSEF” (Foro Global de Economía Social), la Comisión pudo conocer el movimiento comunitario de “Longevity Town”: vecinos y organizaciones de base defendiendo su Derecho a la Ciudad y a la Vivienda en un pequeño barrio de la capital surcoreana.
Activistas y vecinos se organizan para proteger su derecho a permanecer en la ciudad
El barrio de Longevity Town (pueblo de la longevidad) emergió a lo largo de los años cincuenta y sesenta como hogar de acogida de nuevos residentes del área metropolitana de Seúl. En este momento, olas de personas provenientes del entorno rural de Seúl establecieron complejos de viviendas autoconstruidas en el por entonces límite norte de la ciudad; hoy en día en pleno centro de una de las áreas metropolitanas más pobladas del mundo, con 25 millones de habitantes.
Con la transformación urbana, vivida en Seúl como en la mayoría de grandes áreas metropolitanas del mundo, los vecinos de Longevity Town experimentaron cambios profundos en su entorno, algunos de los cuales amenazaba gravemente su modo de vida y su derecho a permanecer en la ciudad. Es así en la medida que la edificación de grandes complejos residenciales e infraestructuras supone muy a menudo la destrucción del tejido urbano y la expulsión de sus vecinos.
Fue en el clímax de este proceso, cuando las fuerzas de la promoción inmobiliaria amenazaban con expulsar los vecinos del barrio, que un grupo de activistas por el Derecho a la Vivienda y a la Ciudad lanzó una iniciativa para proteger el derecho a permanecer de sus vecinos y vitalizar el entorno de una población con una media de edad muy avanzada.
Los representantes de Longevity Town que conoció la Comisión compartieron el origen de su reivindicación: con la degradación del barrio y la proliferación de dinámicas especulativas sobre el suelo urbano hace ya varias décadas, activistas metropolitanos sobre hábitat alternativo y por el derecho a la vivienda establecieron un diálogo con los vecinos para ver cómo proteger y dinamizar la vida del barrio y el hábitat tradicional frente al modelo interpuesto por parte de los especuladores, que sólo buscaban edificar nuevas promociones de rascacielos como los que proliferan hoy en todo Seúl.
Después de un proceso participativo, los vecinos se decidieron por la rehabilitación y el mejoramiento barrial en función de sus capacidades y de sus necesidades.
Vitalizar el barrio y la vida en él mediante la economía social y la solidaridad
Con el objetivo de dignificar el hábitat y los hogares de los vecinos, el grupo de activistas se encargó de dar apoyo técnico para la rehabilitación, la organización y la vitalización comunitaria. Así, los activistas emprendieron iniciativas que apoyaban aquellos vecinos con poco medios o capacidades para hacer frente a la reforma de su casa o de las calles, abriendo un taller de urbanismo participativo donde se identificaba quién sabía hacer qué y quién necesitaba qué en términos de rehabilitación, pero también en lo que refería a sus necesidades diarias.
Con la rehabilitación de casas vacías, los activistas (muchas veces jóvenes) lograron poder acceder a una vivienda para ellos mismos, algo que no sólo cumplía una función de vitalizar el entorno barrial, sino que sirvió para frenar el empuje de las fuerzas especulativas alrededor del suelo en Longevity Town.
Con el éxito inicial, cada vez más vecinos se sumaron a la iniciativa, consolidando la base para emprender otros proyectos, como grupos de fabricación textil (en la línea de la economía social), proyectos de arte urbano para el mejoramiento barrial, celebración de festivales para la vitalización de la comunidad o incluso proyectos de incidencia hacía las autoridades locales para lograr un mejor suministro energético, hacer frente a la gentrificación y a la proliferación de actividades turísticas o un mejor acceso a los servicios de transporte público.
Por otro lado, el proyecto ha establecido mecanismos de co-decisión permanentes en los que todos los vecinos tienen voz y en los que se busca implicar aquellos que quedan al margen de este proceso.
En balance, los activistas hacen notar como el movimiento ha logrado el apoyo del Gobierno Metropolitano de Seúl, que ha dado ayudas económicas a la rehabilitación de los hogares, ha protegido la zona frente a especuladores urbanísticos confiriéndole un estatus especial como barrio histórico e incluye los activistas en procesos legislativos de relevancia.
Realizando el Derecho a la Ciudad frente a nuevos retos urbanos
En balance, los activistas y los vecinos siguen manifestando hoy su preocupación frente las tendencias que siempre han amenazado el barrio – esencialmente, la especulación inmobiliaria. Cabe decir, sin embargo, que retos de nuevo tipo también se asoman en el horizonte del barrio, como es el riesgo de gentrificación de la zona.
Así, la mejora del entorno barrial y la proximidad a sitios turísticas, como la antigua muralla de la ciudad, supone un riesgo frente a la vida barrial tradicional, en la medida que puede encarecer el precio de los hogares y despertar un interés renovado entre los promotores, algo que puede acabar por expulsar definitivamente a sus vecinos.
Los activistas hacen notar como en Seúl se promueve la economía social y el refuerzo de la vida comunitaria, aunque esto conlleva tiempo. En estos barrios, la conjugación entre el dinamismo y la tradición, nuevos pobladores jóvenes y el respeto para aquellos largamente asentados, son elementos clave para vitalizar el entorno y asegurar su sostenibilidad.
Los activistas también valoraron como “Seúl se ha transformado en un bosque de grandes edificios y hoteles, es raro que en su interior encontremos un barrio tradicional con personas fascinadas por la historia y la ciudad, mayores y jóvenes”, algo que “aporta un gran valor social a la ciudad”. En clave de Derecho a la Ciudad, apuntan como “frente a la jungla urbana de acero y hormigón se defiende una alternativa en base a la humanidad”, coincidiendo que la lucha por este Derecho es un reto global, y que aquellos movimientos que luchan para lograr una ciudad más humana se construyen en base al sacrificio, a la participación y a la lucha de los activistas y la sociedad civil.