Por Clara Brugada Molina, Alcaldesa de Iztapalapa, México (artículo publicado en la revista CESA de la CDMX, Vol V).
Hasta hace pocas décadas se pensaba que el concepto de ciudad era un concepto neutro, que las personas sin importar sus características sociales, físicas y económicas, habitaban la ciudad y sus espacios en igualdad de condiciones. Sin embargo, gracias a las geógrafas feministas ahora reconocemos que, más allá de sus particularidades físicas y sus actividades, la ciudad es una experiencia, por lo tanto cada persona la transita y percibe de forma distinta, en ese sentido, mujeres y hombres experimentamos la ciudad de forma diferenciada.
Ana Falú , arquitecta feminista revela que la ciudad reproduce desigualdades, siendo las de género una de las más evidentes, donde, desde la genealogía de las ciudades, éstas fueron construidas y planificadas obedeciendo las necesidades de los hombres, dejando de lado las particularidades que las mujeres enfrentan al transitar las ciudades. Ejemplo de ello son la falta de iluminación en la vía pública para que las mujeres puedan transitar más confiadas, o la ausencia de rampas para poder recorrer las calles con carriolas, lo cual afecta principalmente a mujeres quienes suelen enfrentar una serie de obstáculos al caminar las calles con niñas y niños pequeños.
Por lo que, la ciudad no es neutra ni igualitaria, incluso entre mujeres, ya que aquellas que habitan las periferias de la ciudad, enfrentan mayores problemáticas al transitar la ciudad. Como lo es, contar con transporte público suficiente, seguro y eficaz para trasladarse desde la periferia, que además suele tener menos oferta de empleo, hacia el centro de la ciudad.
Muestra de ello lo dan las casi 950 mil mujeres de Iztapalapa, que, al ser la demarcación más poblada de la Ciudad de México enfrentan cotidianamente situaciones de violencia de género tanto en el espacio público como en el privado, pues de acuerdo con un reporte realizado en el año 2021 por parte de la Alcaldía, entre el periodo del 2015 al 2020, los delitos reportados por violencia familiar aumentaron un 47.5%. Siendo las mujeres y niñas las principales víctimas de esta modalidad de violencia.
En cuanto a los espacios y transporte público, las mujeres de Iztapalapa quienes realizan traslados largos para realizar sus actividades cotidianas, son sujetas de hostigamiento y acoso sexual, siendo las mujeres jóvenes las más afectadas por este tipo de violencia. Donde el 77.4% de las mujeres que utilizan el transporte público en la ciudad, tienen temor de ser agredida en éste, siendo la población entre 15 a 29 años, la que más situaciones de violencia han experimentado.
Derivado de éstas y otras condiciones, como el hacinamiento, la inseguridad, la baja instrucción escolar, la precarización del trabajo, entre otros, las mujeres de Iztapalapa ven constantemente vulnerado su derecho a la ciudad. Henry Lefevre refiere que las dinámicas de la ciudad están basadas en la priorización de la mercantilización de los bienes y servicios y descuida la satisfacción de las necesidades de los sujetos y el cuidado de la vida. En este sentido ¿qué necesitan las mujeres para habitar la ciudad? ¿Qué características debe tener una ciudad feminista?
Una ciudad feminista debe apostar por la rehabilitación de los espacios públicos, construyendo entornos seguros para las mujeres en los que puedan trasladarse libremente y sin miedo. En Iztapalapa hemos inaugurado 145 senderos denominados “Caminos Mujeres Libres y Seguras”, que son caminos intervenidos con iluminación permanente, murales con enfoque de género, mejoramiento de la imagen urbana, entre otras, con lo que garantizamos el derecho de las mujeres al uso y disfrute de la ciudad y sus espacios. Con dichas estrategias buscamos que lo que Susan Rotker denominó ¨ciudadanías del miedo” se conviertan en ciudadanías del cuidado, donde las experiencias de las mujeres en la ciudad caracterizadas por el modelo de ciudad amurallada, privatizada y controlada por el temor, sea reemplazada por una experiencia de ciudad libre, segura y comunitaria.
Otro de los aspectos que sobresale de ciudades feministas es que debe valorar, reconocer y redistribuir el trabajo de cuidados, constituyéndose como una responsabilidad pública y social. Deconstruyendo la idea de que las tareas de cuidado y de reproducción les corresponden a las mujeres, las cuales han sido desdeñadas tanto en términos económicos como simbólicos. Por lo que desde la Alcaldía de Iztapalapa se implementó el Programa Social “Sistema Público de cuidados” que proporciona apoyo económico a personas cuidadoras, en su mayoría mujeres, quienes tienen a su cargo a personas en situación de dependencia (niñas, niños, personas mayores o personas con discapacidad), quienes ven limitado su acceso a recursos por dedicar su tiempo y esfuerzo para el cuidado de otros, beneficiando y revalorizando la labor de más de 5000 mujeres.
Una Ciudad Feminista también debe ser un lugar libre de violencias, tanto en lo público como lo privado, por ello implementamos el Programa Siemprevivas, estrategia interinstitucional de atención a la violencia familiar y de género, con la que se acude directamente a los hogares de las familias de Iztapalapa, para generar con todos sus integrantes, un proceso de reflexión sobre la forma en que conviven y se tratan entre sí, para desarrollar en conjunto, estrategias que les permitan tener relaciones familiares basadas en el buen trato y libres de violencia. Hasta el momento hemos realizado procesos con 16, 806 familias. Esta estrategia también posee espacios de atención integral para las mujeres, a los que les llamamos Casas de las Siemprevivas, donde ellas pueden acceder a distintos derechos como la salud, la educación, la cultura, el deporte, el trabajo, y, sobre todo, a una vida libre de violencia, atendiendo durante 2021 a más de 43,000 mujeres.
Para lograr que Iztapalapa sea una demarcación feminista que garantiza la libertad de movimiento de las mujeres, donde el miedo no sea un obstáculo a sus libertades, pusimos en marcha la estrategia “Ruta Libre de violencia hacia las mujeres”, cuyo objetivo es prevenir la violencia sexual en el transporte público, sensibilizando a choferes y auxiliares, sobre las prácticas de violencia normalizadas en el transporte, y a pasajeras y pasajeros, sobre las rutas de atención en casos de acoso u hostigamiento en el transporte. Con la que se firmó un convenio con 14 rutas que transitan Iztapalapa, y se ha abordado 742 unidades para dar una charla de sensibilización a 12,600 usuarias y usuarios.
En concordancia con todo lo anterior, y para sumar a la creación de una ciudad feminista que garantiza el derecho a la educación de las mujeres, sobre todo aquellas que por falta de recursos económicos o por dedicarse al cuidado de otros no lograron concluir su proyecto educativo, lanzamos el Programa “Mujeres Estudiando”, con el que se le ha brindado una beca a más de 6,500 mujeres para que concluyan sus estudios, y así favorecer el acceso a mejores oportunidades de empleo y desarrollo.
Aún quedan desafíos por atender, es importante reescribir la historia de las ciudades, donde se reconozca que los espacios públicos urbanos, las calles, los hogares, el transporte y el resto de los espacios que utilizamos regularmente son lugares donde se desarrollan nuestras vidas cotidianas, por lo que deben pensarse para que sean espacios seguros que reconozcan las necesidades particulares de las mujeres.
Reescribir la historia de la ciudad implica dar voz a las mujeres en la planeación de las ciudades, donde se coloque al centro las desigualdades y opresiones que le impiden potenciar todos sus derechos, y sus necesidades para construir espacios que les permitan desarrollarse plenamente; se trata de escribir una forma nueva de habitar nuestras ciudades, donde no se reproduzcan relaciones jerarquizadas basadas en el poder sino en el cuidado de las y los otros y el cuidado de la vida. Una ciudad feminista donde las mujeres nunca más permanezcamos invisibles y nos convirtamos en protagonistas.