La ciudad de Armenia está ubicada sobre un sistema hídrico conformado por 18 microcuencas que tienen carácter de área protegida. La zona sufre múltiples presiones por conflictos de uso del suelo que han provocado la fragmentación de los bosques y la disminución del hábitat y del alimento para flora y fauna.
En respuesta a este problema, se diseñó el Plan de Gestión Integral de las Microcuencas y Áreas Naturales Protegidas Urbanas del Municipio de Armenia, una propuesta de conectividad ecológica que tenía por objetivo establecer 27 corredores de conservación que atravesaran la zona urbana del municipio de Armenia; incorporar el concepto de conectividad en el ordenamiento territorial del municipio; e integrar a la comunidad en el proceso de restauración ecológica de las áreas protegidas.
El proceso participativo
El diseño y establecimiento del corredor fue un proceso participativo, de concertación y de coordinación institucional. Así, la política se desarrolló mediante un proceso de acercamiento, sensibilización, fortalecimiento de capacidades y generación de espacios para la elaboración de propuestas de gestión medioambiental dirigidos a la población del municipio de Armenia. Estos procesos cristalizaron en la denominada Escuela Ambiental Urbana (EAU), un elemento clave de la estrategia de sostenibilidad de la política, al asumir la educación ambiental como eje que permite articular y generar la sensibilidad, aptitud y apropiación por parte de la ciudadanía. La EAU proporciona, de hecho, el marco de socialización de la política, el espacio de consulta donde conocer e involucrar nuevos actores al proceso. Con todo ello, se realizaron actividades en cada cobertura vegetal: enriquecimiento de bosques con especies nativas, enriquecimiento de guaduales, y reforestación de pastizales y bordes con líneas de árboles o jardines como zonas amortiguadoras.
Éxitos y desafíos
Teniendo en cuenta que es una iniciativa de la sociedad civil, el principal desafío ha sido conseguir el compromiso de la administración municipal, que quedó finalmente recogido en varios instrumentos jurídicos. Por un lado, el Plan de Ordenamiento Territorial y el Sistema Municipal de Áreas Protegidas incorporaron las microcuencas urbanas como suelos protegidos y áreas estratégicas del municipio. Luego, durante el establecimiento de los corredores de conservación, se elaboró el Plan de Ordenamiento Ambiental del municipio, que aseguró el compromiso de la administración municipal gracias a la incorporación del concepto de conectividad estructural.
Esta política podría considerarse exitosa en la medida en que va más allá del diseño de hábitats silvestres. El diseño del corredor pretendió dar respuesta a los intereses de la comunidad involucrada, a la vez que atendió a la necesidad de recuperar los ecosistemas, manteniendo su estructura y prolongando su función. Los principales desafíos y limitaciones fueron la concertación uno a uno de los actores para las actividades de establecimiento del corredor, y la vulnerabilidad del proyecto en términos de permanencia y compromiso de la administración municipal.
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